25 marzo, 2019

Acompañarnos

Cuando falleció mi abuelo, mis tías nos echaron de la casa a mi y a mi madre. Está última estaba conociéndo hace unos días, un hombre, que le había mostrado una casa para alquilar, pero no la podíamos pagar. Ese día guardamos las cosas que teníamos (ropa) y nos llevamos una cama y un colchón. Ella llamó a este señor que llegó con un flete, en el cual subimos las cosas y nos fuimos a vivir a su casa.

Allí vivimos un par de años, por unos meses me dediqué a estudiar, por lo cual viajaba mucho a La Plata. En otro momento, tuve que dejarlo para empezar a buscar trabajo, ya que mi madre me decía que tenía que aportar, luego me dijo que él se lo demandaba. También en esos años, estuve de novia con una persona que me violenta a psicológicamente, afortunadamente despues pude abrir los ojos.

Mi madre pudo poner en palabras lo que le sucedida, muchas agresiones físicas y verbales, una de ellas la presencié el agresor intento pegarme y mi madre se puso en el medio, y cerró la puerta, “llama a la policía” me dijo. Llegó un patrullero, ambas estábamos muy angustiadas, nos sentíamos solas y teníamos miedo. Ésta última situación se borró de mi memoria hasta hace un tiempo, en el que al leer nuestro relato en esa situación, volví a recodarlo. Remonte a ese momento desde otro lugar, otro lugar en el que acompañó a otres a salir de estas situaciones de violencia. En ese momento acompañe a mi madre, la que después de un tiempo pudo fortalecerse y salir.

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