
Nací en Florencio Varela, el conurbano, en el hospital localizado en la calle bocuzzi. Allí donde mi madre decidió cruzarme y no entregarme a una pareja que buscaba un hijo/a.
Viví 18 años en la misma casa junto a mis tías y primas, los recuerdos no son lindos, ese menosprecio y maltrato hacia mí y hacia mi madre, que una de mis tías, sobre todo, lamentablemente me hirió en lo más profundo.
Pero más allá de eso extraño algunas cosas, no esas personas, como el vendedor de pan casero, el de “bolita y churro”, el afilador de cuchillos (con su silbido particular), la camioneta de frutas y verduras, y el chatarrero, son algunas de las que me acuerdo y me dan nostalgia. Se que muchas están aquí a unas cuadras donde vivo actualmente, no es por menospreciar, pero el conurbano es incomparable. Creo que para cualquier persona el lugar donde nació es incomparable con cualquier otro.
Me gustaría volver a visitarlo, aunque suelo volver al conurbano, volver a pasear donde nací no me dan ganas, me duelen las personas, lo que termina siendo más fuerte para no ir. He preferido que mi madre venga donde vivo para evitar ir allí.
Ya me he planteado trasladarme a un lugar en el medio, o ir acercándome de a poco, estar poco tiempo serían algunas opciones. Pero he evitado conscientemente llevar a cabo alguna.
Nunca niego mi origen, el conurbano está en mí sangre en mí, más allá del suelo donde esté.