Ella hace casi dos años trabaja acompañando y asesorando a mujeres en situación de violencia, siempre dice que entró por la ventana cuando una compañera le dijo “esto es para vos, tenés la experiencia” o algo así no recuerda bien. Refiere que al principio cuando se daba una conversación con gente conocida o desconocida, con la que compartía una cerveza, contaba que trabajaba si “asesoro a mujeres en situación de violencia” del otro lado la frase más repetida era “debe ser fuerte ¿no?”. Ante esto su respuesta era “mmm si” algunas veces contaba algo que le había quedado en su cabeza de algún relato, en la mayoría de las veces se enfocaba enojada en la situación de precarización que se encontraba junto a sus compañeras.
Esto se repitió en los primeros meses, lo empezó a hablar con su psicóloga ya que se estaba volviendo abstracto, puntualmente como sabían a que se dedicaba le pedían asesoramiento o siempre le preguntaban por su trabajo y nada más. Se empezó a dar cuenta que seguía enganchada con su trabajo después de éste y que el error era de ella cuando se extendía para hablar sobre violencia, cuando estaba en un momento de relax tomando una cerveza.
Refiere que le costó desenchufar, le sigue pasando que le quedan algunos casos en la cabeza, los habla pero se pone el freno para no seguir y disfrutar un poco. Todo el tiempo piensa y arma estrategias de autocuidado, ya no habla mucho de su trabajo por fuera de éste, si no va a negar que a su compañero si, con o sin cerveza y también con sus compañeras. Cuenta que en su trabajo comenzó a pintar mandalas, lo cual la distraía bastante y hacia un poco más llevadero la atención, pero lo abandonó cuando empezó a cursar este cuatrimetre, está más concentrada en la rutina de la facultad.
Agrega que ahora solo escucha música, mientras escribe los relatos y trata de despegarse un poco de lo que pasa a nivel social porque sino le genera bronca, gasta energía y cuando atiende a una mujer o identidad disidente ya está sin energía. Más allá de que no pueda escaparse del todo ya que la persona del otro lado está en la misma sociedad y las dificultades son muchas y se hace difícil cada día. Por último, marca que lo que la cansa y quema su cabeza es la situación precaria en la que se encuentra, hay días en los que no tiene ganas de ir a trabajar pero por el ambiente que imponen los superiores, pero a ella le gusta mucho este trabajo y seguramente lo haga cuando se reciba, está segura que podrá hacer más por ellas.